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LA GASOLINA

In Uncategorized on enero 27, 2011 at 11:43 am

HAY MÚLTIPLES FORMAS DE AHORRO DE GASOLINA; EN ESTA ENTRADA SE DAN UNA SERIE DE CONSEJOS.

LAS PUERTAS DE S. JUAN

In Actualidad on enero 15, 2011 at 4:48 pm

 Publicado  por Jesús Masana Monistirol en «La Opinión-El Correo de Zamora» ,  Lunes, 17 de mayo de 1993.

«El menos inteligente conoce que su estructura es gótica». De tal guisa se expresa Antonio Piñuel Ximenez, refiriéndose a la puerta oeste de S. Juan de Puerta Nueva, en su «Descripción histórica de la ciudad de Zamora, su provincia y Obispado» cuando, a principios del pasado siglo, describía la mencionada iglesia, «segunda parroquia en antigüedad». Nos recuerda, con su característico estilo coloquial, algunos detalles de la mencionada iglesia zamorana; por ejemplo, el Pero Mato, histórica veleta dominando los tejados… Habla de tres sucesivas edificaciones sufridas por el templo; se pregunta por qué no se llamar San Juan Degollado, en vez de S. Juan de Puerta Nueva, (ya que es S. Juan Bautista el titular y puede confundirse con S. Juan Evangelista), y aduce que al no haber otra iglesia con la denominación de S. Juan, «no necesitaban ese nombre» siendo «muy antiguo y vulgar» para esta iglesia adosada a la muralla, donde existir¡a una puerta de la ciudad. M s detalles, en el libro citado… Poco «inteligente» y ciertamente «vulgar» es el «detalle» que ha aparecido recientemente muy cerca de la mencionada iglesia y de su puerta gótica; la gracia y belleza de ésta han quedado mermadas y la otra puerta, la románica, en la parte sur del mismo templo, queda realzada por contraposición; la pugna artístico-devocional que se se halla detrás de la construcción de la primera queda ahora, decimos, favorablemente decantada hacia la románica, de floraciones celestiales y de carácter creacional, invitando al gozo celeste, en el interior. Aunque también esta puerta tiene sus «detractores», que con juvenil ímpetu deportivo transforman la función para la que fuera diseñada… Lo digan si no los balonazos que soportan sus jambas y las pétreas hojas de los ocho capiteles de sus gráciles columnas, ante la muda mirada de los coches apostados frente a ellas. Volviendo a la puerta gótica, por respeto merecido a quien lea esto y por la dignidad de la fábrica del templo y todo su contenido artístico-religioso, no mencionamos ni describimos de forma directa el desaguisado con ella cometido, indigno de una ciudad que se precia en mantener despierto el valor cultural del pasado. Invitamos a quien quiera comprobarlo visite la iglesia y especialmente la puerta mencionada, construida entre dos contrafuertes y adornada con repetidos arcos ojivales, perforando los gruesos muros del templo, en una etapa de esplendoroso fervor que hizo desaparecer, seguramente, otra puerta románica, más humilde pero igualmente simbólica y efectivamente acogedora. Las razones que han impulsado la ubicación de un cierto «parterre» frente a un edificio tan loado deben responder, si una justificación hay que aducir, al interés por los animales, ciertamente encomiable pero impropio de una lúcida ordenación que del ámbito ciudadano conviene hacerse en éste y en todos los casos. Caben mejores soluciones. Si levantara la cabeza Piñuela no sabría, a ciencia cierta, a qué estilo responde ese «detalle» que ante la puerta gótica se levanta y aconsejar¡a, sin duda, cambiar definitivamente el nombre del templo y adosarle el de S. Juan Degollado, doblemente decapitado, por su titularidad y por los desaguisados cometidos por los «artistas» del siglo XX. Seguramente se colocaría él mismo de portero de las dos puertas de S. Juan vistiendo insignias de autoridad urbana para aconsejar a los mozalbetes un partido de fútbol fuera de las murallas, en los polideportivos ciudadanos, o llevaría a pasear a los chuchos, vestido de librea, tras las murallas… Nosotros seguiremos llamando a esta iglesia románica, S. Juan de Puerta Nueva, pero si no se remedia lo aquí expuesto, nos vendrá a la mente no la antigua puerta que abría los muros de la ciudad al «campo, al arrabal o burgo o a lo que hoy es Plaza Mayor», sino ambas puertas, al servicio del balón y del doméstico can, diluido su simbolismo auténtico en otros par metros distintos completamente a la intención que primordialmente llevó a término la idea de su construcción: la «otra realidad» que se experimenta en el interior del templo. Y es que hoy se valora lo antiguo sólo por serlo, porque el espíritu posmoderno pretende enmascarar lo que aún hoy rezuman las puertas de éste y de todos los templos románicos de Zamora.